Impenetrable (en el camino hacia la frontera)

Regálame la oportunidad de escribirte mi nombre en los pulmones, de exprimírtelos con las manos sucias de tu queratinizada historia. Déjame implosionar las estrellas en la esquina de tus epitelios, abrirte el corazón a cinceladas de marfil, partirte en dos como al mar rojo entre las piernas de tu fantaseada brevedad.

Quiero ser de piel, quiero pervertirte cada uno de los filamentos y tejer las sábanas de la noche aprehendida, en la forma aprendida de tu despalabrado ser.

Regálame la oportunidad de andar tras tus pasos, de pisar tu sombra incluso en luna llena, de escribirte mil canciones, de enseñarte como saben mis manías, de fundirme en tu ceniza coopreterita, en tu cabellera desteñida, en la enredadera de tu absurda confabulación. Aunque me cuesten las ganas, aunque me cueste el palpitar del mediastino.

Y que ni las fronteras me impidan regalarte la temperatura de mis dedos, porque voy a saltar sobre el atardecer y atarte con los hilos de mi ropa al primer muro que encuentre, para después derribarlo, y derribarte junto con él y hacerte pedazos en la banqueta, y así quedar sobre el asfalto, viendo tus ojos, y nada más que tus hermosos ojos…