3 de enero de 2017

PÄSSI



Sigo teniendo miedo de no encontrar las palabras para explicarte esa avalancha que me ha estado sofocando.Tiene que ver con colores, sensaciones, un viaje de 90 años por el espacio, la voz más bonita que ha acariciado mis oídos y los labios más perfectos que han besado los míos. Sigo teniendo miedo de no encontrar las palabras, pero los espejos donde me he reflejado más transparente los encontré en sus ojos.No fue la música que compartimos, no fueros las películas, los libros ni Madrid; las coincidencias fueron insignificantes al compararlos con el domingo donde conocí ese rostro, de aros ataviado y lleno de selva naciente como la luna que estaba imaginando.

Fue como las veces cuando disfrutas tanto el ruido, sabiendo que al terminar seguirás disfrutando el silencio de la misma manera y todo va a estar bien, peleando por el día y los vacíos, desnudando las noches al ir descubriendo las ciudades, con el tecno oscuro y las ideas claras, mientras el corazón se acelera desesperado por sentir al universo sin bastarle las palabras, los latidos ni el humo, al comprender, por primera vez, la esencia del aliento y las pausas en la vida que te separan de todas las posibilidades donde habrías de encontrar la espalda donde dibujar los mapas de nuevos mundos.

Luego sientes un miedo distinto, un híbrido de plenitud y desconcierto te hace seguir navegando, sin saber donde embarcar, sin importarte el destino, dándole permiso al tiempo de seguirte sorprendiendo.

Y de pronto, crees haber encontrado todas las palabras que estabas buscando.

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