En un país
donde está prohibido taparse un ojo con la mano adversa, dos niños hacen fábulas
de cristal sobre animales y ciruelas en el cobijo de un árbol incierto.
Siempre han
sabido que está prohibido taparse un ojo con la mano adversa. La ley dice izquierda
a izquierdo y derecha a derecho. Jamás hayasen de centrifugar los enigmas. Jamás
hayasen de tapar el ojo derecho con la mano izquierda ni el ojo izquierdo con
la mano derecha.
Yo no
regalo tiempo, regalo experiencias - dice uno.
Puntos de almibar que se acumulan
y congelan - dice otro.
Izquierda a izquierdo y derecha a derecho. La perfecta
simetría de los miedos que les priva la libertad de la ignominia.
¿Cómo es
que podemos reconocer rostros e identificar el ruido de la anguista? – pregunta
uno.
Es la
violencia que se lanza a mordidas queriendo arrancarle el aire al pecho –
responde otro.
Ya ni los
vocablos se amontonan, los segundos que se vuelcan ni aquel humano con
potencial de la esquina.
Unas
bestias están bailando frente a las filas y te das cuenta que todo es parte de
la misma mentira, esa música vacía, las cuerdas que desesperan por salir
vibrando con locura al romperte el cráneo y fusionarse con la desventura negra
de la habitación de piedra.
Luego ya nada tiene sentido, el blanco se vuelve presa de la imprecisión en tu cabeza y tapas tu ojo izquierdo con tu mano derecha y alguien frente a ti tapa su ojo derecho con su mano izquierda. Y ya no tienes miedo.
Luego ya nada tiene sentido, el blanco se vuelve presa de la imprecisión en tu cabeza y tapas tu ojo izquierdo con tu mano derecha y alguien frente a ti tapa su ojo derecho con su mano izquierda. Y ya no tienes miedo.
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