8 de diciembre de 2013

Lobos


Podemos convertirnos en luz, en pedazos de todo, en pedazos de nada, en un infinito que consuela al suelo y le solapa la buenaventura de no perderse para siempre.


Podemos ser de arena, de gas, de ecos, de prisa, de corazones que prometen latir pronto, cuando ya es demasiado tarde.

Yo vi como se compone la marea, como se descompone un artista cuando lo terminan inventando sus obras, y no él a ellas.

La cuestión es que al verte por primera vez después de imaginar como luciría tu cabello en movimiento o cuantas imperfecciones tendrías alrededor de los ojos, se me tardó el oxigeno en darse cuenta que tenía que entrar a los pulmones. Una probadita de morirse, luego creí que había llegado al cielo, porque hay muertes que duran tan poco que cuando uno regresa cree que apenas ha llegado ahí.
Es por eso que morir un poco se vuelve necesario, al menos de vez en cuando, para sentir la vida en la tierra como si fuera la vida magnífica del para siempre.

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