26 de octubre de 2013

LOVE BOSCO



Estorba la pestaña en el ojo circunscrito al salvarse el otoño de las ciudades que salpican.Traicionamos el estorbo del ayer que se mira desde el fondo del teléfono, en la esquina del unicornio que vendrá naciendo al brillo de la luna.

Duerme, toca el aliento del escombro que palpita; la noche se vuelve hacia atrás y un feto se despega entero del vientre de su madre. ¿Qué son hojas que no son ojos? ¿Qué son cuentos lascivos, lenguas, saliva, Jesús de tarde, café antiguo y alacranes en aceite que no son ojos? 

Me enclaustro en la carcajada de un anciano que perdió los dientes en la guerra bajo el sol vespertino en la trinchera.¿Qué son hojas que no son ojos?Afloran y acongojan en alcanfor el tueste del grano incierto, el recuerdo de la abuela que nos llama al desayuno, para luego morir lento con el sudor del hambre.

Abajo hay pizza, pero ya me cepillé los dientes.

Fundirse en el tropiezo de la cáscara duele como duele el opio sin el apio, como duele el patio con el hastío de ser patio, como duele el hombre con el hastío de ser hombre, un niño que desespera por ser hombre, un nombre que desespera por ser leyenda.Entonces, la estática del vello se vuelve pelusa con la almendra que encontramos.

Y te encuentro en el ojo del infinito mundo de las hojas.







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