Encuentro absurdo el frío del cemento.
Qué raros los colores de la orilla, cuando sentimos erizarse los segundos en la piel despierta, desierta e insatisfecha.
Qué raros los cuentos sin contarse, lágrimas que no reclaman la noche espesa.
Se nos estaba olvidando el sabor de la avellana, de la llanura lejana, estrella aledaña, legaña de estrellas en los ojos, estrellas en las hojas, de ojos estrellados en la noche de un corazón que estalla, un alma que extraña allá donde se halla el mundo, la risa, los poemas que escriben los enamorados que se hallan sin buscarse.
Así te encontré en la nieve, sin buscarte, sin saberte.
Y es que es extraño, pero ya te extraño, extraño.

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