23 de noviembre de 2012

Ser de arena



¿Cuántas veces tendría que desmoronarme para ser de arena?

Anduve a tientas por los pasillos, con tu mirada seduciéndome peligrosa con su aliento invisible, robándole el tacto a mis pies descalzos, devolviéndome los gestos que perdí al saltar hacia el abismo intacto.

Quise volverme microscópicamente sólido, de carbones comprimidos, arte fósil, ignorando que al andar a tientas por los pasillos me sobraban tentaciones, por eso me violaron las imágenes absurdas, insinuadas a mis andares de cobarde disfrazado, máscara de noche, antifaz de apósito dantesco, porque deseaba ser de arena, formar parte de un pensado infinito que se explota, que se vale de sí mismo para seguir siendo eterno, porque deseaba ser más que ahora, más que antes, ser más de lo que llegaría a ser jamás.

Y soñaba que en mi llovía, que era un camino de cenizas, que era barro de artesanos, de arte sano, de arte enfermo, de gusanos, de materia para construir civilizaciones, para sepultar recuerdos, para enlodar el rostro de los días fatídicos y blasfemos.

Entonces me vi yaciendo sobre un bloque de hielo y quise amar de nuevo; nunca quise parecerme al hielo ni camuflarme en objetos que toman forma de rostros ajenos, risas que reemplazan al oxígeno, asfixiándome, fungiendo como homicidas de mi realidad fingida.
Ser de hielo habría sido un suicido en cámara lenta.

A la mañana te rogué ser de arena, para salir volando por la puerta o escapar por los ductos del aire, pero de pronto cerré los ojos y otra vez anduve a tientas por los pasillos, con tu mirada seduciéndome peligrosa con su aliento invisible; y fue cuando la supe atractiva, luego la supe sensible, luego la supe cálida, luego la supe deliciosa, luego la supe enigmática y supe cuanto me excitaban los enigmas, por eso la supe placentera, por eso la supe orgásmica, porque al final la supe real…

absolutamente real…

A la mañana te rogué una vez más, pero sin desmoronarme, porque las sábanas impregnadas con tu aliento me supieron mejor que la arena.

Y cerré la puerta.

Ya no quería salir volando en mil partículas, a menos que fueras a respirarme por segunda vez.

Tendría que desmoronarme la vida entera para ser de arena.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario