23 de junio de 2012

luzypartedos.dos


Anestesiados metodificamos el cristal, sucumbimos ante Luzy, describimos la espesura de las paredes, mutilamos las entrañas del abismo absurdo, el que inventamos cuando se nos terminaron las palomitas y las ganas de seguir soñando con el maíz.

Tal vez persista casto el tacto que confiere el epitelio de tus manos, el temblor que circunscribe en mi esqueleto la suerte de coincidir en la flacidez de tu carne, la acidez de tus pulmones que batallan de no latir cuando mi pecho los comprime.

Yo por lo pronto me consigo un aliento nuevo, para soplar y huir la ilusión retrógada de esta fantasía tan elaborada. Me gusta ver que tus pies siguen siendo presas del arte de la calle, encontrarte las sorpresas en la perversión de sus esquinas. Perdona nuestras torpezas así como nosotros perdonamos a los que nos prometen, Luzy. 


Porque basta con enamorarnos los obtusos y de traicionarnos los agudos, Luzy, 
elevarnos a la potencia que nos dé la gana, Luzy, 
destruir los bosquejos, Luzy, 
inventar cada noche la prisión de nuestras perlas, Luzy, 
para que cuando vuelvas, Luzy, no eches de menos la ilusión de los cristales. 


Ya no se a donde vamos a olvidar el sueño en el que nunca nos hallamos. Es que a veces hablo de tonterías que no son poema ni ciencia ficción, porque todo está sin luz y yo estoy sin Lucy. 


Así de cómicas resultan las realidades.
Así de crónica resulta tú locura, Luzy.


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