El infinito se congela
los matices del cielo despintan tristes
se conforman con la noche de los mundos nuevos
de los sinceros mundos mudos que palpitan sus mareas
que transgreden el sentido de sus cuentos de piel y arena
de sangre, de leche, de grumos de avena, de pedazos de carne.
El infinito se congela
y graniza el tiempo
sonríen los muertos
amagando la angustia de los días huecos
y tornasol contenemos los segundos de la vida en la garganta
agudizamos la garganta
los tragamos sin cesar
los hacemos nuestros
parcialmente eternos.
Así nos vamos perpetuando.
El infinito se congela
graniza el tiempo
se cubren los mundos de vida eterna
y blanco de vida, eterno de arena
dibujamos ángeles con el cuerpo trémulo
helado.
Y sin pretenderlo, ya somos eternos
instantáneos
violentamente efímeros
perpetuados en la conciencia herida.
Tan solo nos consuela que el tiempo
no devorará a sus hijos.
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