26 de junio de 2010
Poema sin talento 1.
Que amable la miseria en que se sumergen mis inmundicias mentales,
con la piel sudada, el corazón pegado a la planta del pie,
lleno de polvo y ardiendo de tanto caminarle encima.
Con cuanta ternura recogemos todo el llanto fracasado que no podemos dejar de llorar,
y ese fervor de caricatura, tu pasado trágico, mi futuro invisible.
No hay más que comernos mutuamente las ideas con el arrabal inyectado en las pupilas.
Vamos a corregir los huecos del presente, a dejar que nos moje el suelo
y gritarle a algún dios teñido de pecado que se aferre a nosotros.
Con que ridícula fiebre examino tus ideas, las acaricio,
las lamo, les hago el amor.
Y el circulo no humano de tus corduras contadas,
la experiencia de sumergirme las manos entre las viseras,
de emputecerme las ideas.
Ya no sé nada. Y empieza a cansarme
el verso dramático que no sabe escribirse un final feliz.
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Recoger el llanto fracasado que nunca podremos dejar de llorar, el es tu refugio, te permite un final y un comienzo, es ternura de tu corazón que pide un breve descanso.
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