23 de junio de 2010

El Gato, el Arte Y Yo

Tengo la garganta queriendo estar de marica, el pecho resaltado por las noches y los pies más dolidos de la biblia. Tengo un libro que se lee a sí mismo, un poema que se escribe a sí mismo, una canción que se canta a sí misma, un gato que se lame a sí mismo y que es mi amante. Pero nunca me han sido suficientes.
Tengo una máquina para viajar en el tiempo, otra para hacer burbujas, tengo una flor seca, un país con mi nombre que gobierno, un cofre lleno de oro que encontré al final del arcoíris, escondido en las cenizas de mis ídolos caídos. Pero no me son suficientes.
Tengo una esperanza tan sincera que no brilla porque el sol le derritió la cera, y la abeja sucumbió desaguinojada, ya sin cera.
También tengo unas sustancias radioactivas, un lápiz mutante, un cachorro que es juglar, carbones, y un collar de piedras que titilan.
Tengo un reloj de arena blanca, una piedra lunar, un lunar en el tobillo y muchos en la espalda; una espalda con cicatrices, una cicatriz estética, una ética que no existe.
Pero lo único que no tengo es tu aliento cibernético, ni tus manos virtuales, ni tu voz androide. Cuidado; porque vengo con toda la intención de ser los valles de tus crestas y engranar en tus rincones. Y esta intención me es más que suficiente.

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