27 de julio de 2011

JAVA TIME

Mañana voy a despertar tan temprano como para alcanzar a escuchar al espejo susurrar el reflejo de la madrugada. Como preguntarse acerca de las cuerdas que posiblemente se retuercen en su nisquiera microscópico espacio para formar materia, se levanta el insomnio de las telas, se lava la cara, se mira al espejo que poco a poco va enmudeciendo el susurro, y le pide perdón a la noche por haberle parecido tan breve.

Al menos yo nunca he escuchado al espejo susurrar, tan solo veo, en ocasiones, cuerpos pasear ondulantes en el cristal sereno, caleidoscópicos, caóticos a veces. Prefiero imaginar al cosmos persuadirme de las cuerdas que lo forman, no para pender de ellas, sino para retorcernos como ellas y formar objetos, cualquier cosa, materia, inerte o no, pero que sea tangible para sentir sus relieves y acariciarles el perímetro, identificar los límites de ellas y colgármelas en el cuello. O apretarlas simplemente con las manos. O pisarlas con mis plantas, pero sin herirlas.

Voy a despertar tan temprano, y así no voy a conocer la nostalgia de las horas que podría haber perdido. Quiero integrarme al ciclo de la vaselina, ignorar las epifanías que nos embistieron furiosas la mirada, retener toda la sal que pueda y esculpir con ella un castillo en mis entrañas, habitarlo con ideas, y soñarme rey. El soberano de mis intestinos.

Al menos yo nunca he escuchado al espejo susurrar, pero mañana voy a despertar tan temprano como para hacerlo. De todos modos no se nos ha empezado a considerar locos a los que madrugan.

Y así dejaré de sentir pena por el tiempo que no ha nacido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario