Dios puta.

Y que si dios fuera mujer, y que si fuese Puta,

si fuese el señor de la carnicería,

si fuese la niña que recién empieza a menstruar.

Y qué sentido tiene saber quién es y donde encontrarlo,

si al fin y al cabo jugamos a estar solos y vivimos por nosotros mismos.

Hagamos una fiesta con los verdugos de mi soledad.

La diabetes tan puta, el cáncer tan pendejo, la parálisis vendida.

y que con la vida que no basta.

Y que si el polvo o las cenizas no alimentan mortales,

que si abuelita se fue y se llevo con ello a papa tan niño, tan infeliz.

Que si se va primero un niño antes que su madre,

que si los poetas sucumben,

que si la inmortalidad no fue hecha para durar siempre.

Entonces uno afirma no saber nada, uno ahoga en n mar de células

sus ansiedades, uno cree que con ello se salva.

Sera salvarse verter en un gran cajón el cuerpo fenecido

de Jaime Sabines que siempre quiso morirse.

Sera salvarse obligar a mama a hacerse análisis clínicos,

o despertar en las noches cuando la niña tiene fiebre.

Sera salvarse rezarle a un dios bueno y generoso

a quien poco le importa si nos hemos tomado los dos litros de agua recomendados.

Que me perdone dios y la diabetes, el carnicero y alguna mujerzuela.

Salvarse es algo más cotidiano. Es procurarse la sonrisa, es no lavarse las manos.

Es tomar coca-cola, es fumar, es limpiar los parabrisas del viento,

es el sexo en miradores, las llamadas a horas indecentes.

Los calcetines mojados algún día que llovió.

Salvarse es algo tan simple y tan difícil

como proyectar minuto a instante;

la capacidad de vivir.