16 de octubre de 2010

De los pajaros en domingo.

A Martha Legarreta, con una de mis peores poesías.
Un enfrentamiento en blanco y negro con la realidad,

una mujer sudando gusanos pálidos,

echándolos del alma hacia afuera. Quedándose sin nada.

La frígida secuencia de palabras sin sentido, el ruido.

Como tiene que ajustarse el sonido, para pintar la diferencia

sustancial entre el ruido y el eco.

Y del eco al melódico canto del silencio

¿Cómo?

Un pájaro voló esta mañana en el patio. Se metió por la ventana,

venía a confesarse. Tenía miedo.

Yo no quiero tener más miedo del que tengo,

no quiero jaulas, ni cárceles de civilización.

El mundo se vuelve pequeño y en esta habitación de siempre

están creciendo desvaríos incalculables.

Todo amaneció fresco, todo está atardeciendo novedoso.

Voy a la sala, abro la puerta, busco algo que hacer.

Quedarme mirando una nube es una pérdida de tiempo, dice mi madre.

Es hacer planes, es quedarme a vivir en otro lado.

En un corazón y tres arterias hay poesía,

porque no va a haberla en la farmacia, no muy lejos de aquí.

Yo lo sé. Puedo olerlo, está dibujando pensamientos lineales,

está consultando a una señora con dolor de cabeza, algo lógico.

Que trágica es la horca del tiempo, la estrangulación del lunes,

el comienzo de una rutina que siempre ha querido acabarse.

Voy a ponerme a escuchar el ruido del patio, el eco de los pájaros,

la canción de su ausencia. Estuve todo el día soñando,

voy a refugiarme en el nítido cuerpo de otra realidad.

2 comentarios:

  1. Hay momentos que no sabes quien eres, el espacio que te circunda carace de atractivo y color, ¿tendrás sueño? o ¿te faltará soñar?, ¿Es mucho el tiempo y pocas las ideas?. Pertenecer a un mundo multicolor, tiene sentido de pertencia, eres del mundo, el mundo es tuyo. Eres tú, no son ellos.

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