
Me lo dije a mi mismo;
cambiar la cerradura de la entraña
de la carroña insípida y grasienta
(adolorida)
pintarrajeada con el gris mundano.
Se lo dije a él mismo;
sucumbir centinela por las calles
sobre los ladrillos del escombro
(acelerado)
coleccionando libros con destreza.
Se lo dije a ella y a todos los demás;
no se rompan las quijadas enternecidas
(ansiosas de catarsis)
porque van a renacer los estigmas duros
(porque van a sucumbir los enigmas blandos)
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