El papel desnudo, mirándome quieto, desafiante, sometido a la espera soberbia de estas zarcomeras apáticas que no parecen tener intención de funcionar.
Entonces enciendo los sistemas, hago pedazos el papel, incluso si el aire me da permiso voy a alborotar las asfixias, declarare una guerra de piel y lujuria, derrochare mis convulsiones, abasteceré mis manos de mi infinita cabellera azul.
Y entonces las manos, pretextos inconstantes, pretextos afiliados, pretextos absurdos, pretextos infantiles, pretextos risueños, pretextos indistintos, pretextos copretéritos, pretextos mojados. Y entonces tus ojos, fijos, interminables, condensados, mapas obscuros de un fondo desconocido, tumbas de acero, brazas de abismos, tus ojos indecibles, indescifrables, incontenibles, cette pair de lunes pleines, un fragmento de la hiel del centro de la tierra.
Pero donde demonios me tienes parada, si cuando busco tu abrazo me vuelvo huyendo y cuando busco tu sombra te encuentro.
Por eso es que me tocas, luego existo. Me hablas, luego existo. Me miras, luego existo. Te pienso, luego existes.
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